Como Spiderman, su superhéroe favorito, Simón sabe hacer muchas cosas: atarse los zapatos, vestirse, montar bicicleta, nadar… Él es uno de los diez niños seleccionados para integrar la campaña Generación Superhéroes de Coomeva Medicina Prepagada. En poco tiempo recibirá su primera prótesis, la cual le permitirá realizar actividades en las que necesita usar sus dos manos.

Tanto su hermano, Matías, como sus amigos Juan Antonio y Maxi están a la expectativa de que llegue el gran día en que le entreguen su prótesis. Antes de viajar a Bogotá para la toma de medidas, sus dos amigos lo invitaron a comer helado. «Juan Antonio le dijo a Simón que era su mejor amigo y que él quería mucho su manito, pero que lo apoyaba si se la tenían que cambiar. Maxi le dijo que lo quería mucho y que le contara cómo le iba en el viaje», comenta Érica Galeano, su mamá.

Le preguntamos a Simón qué pensaba que le dirían sus amigos en cuanto vieran su prótesis. «Voy a ser famoso porque yo voy a tener una prótesis y los demás no», contesta orgulloso. Hasta Matías quisiera tener una prótesis de Hulk. Él es mayor que Simón por tres años; aun así, son muy unidos y también comparten la pasión por el fútbol y por el Deportivo Pereira, su equipo del alma.

Desde antes de nacer, sus padres supieron de la condición de Simón y, sin dudarlo, decidieron asumirlo como una tarea que Dios les había encomendado. En estos seis años, Juan Pablo Ortegón y Érica Galeano se han encargado de transmitirle seguridad y amor propio a su hijo para que nunca sienta que debe esconder su manito izquierda. «Simón, adonde llega, es libre. Ha sido independiente desde muy pequeño y, con su ejemplo, nos ha enseñado que no hay límites, que él lo puede todo».

Para este niño, el mejor regalo es recibir un balón para seguir jugando fútbol. «Él puede ser quien quiera ser. Lo importante es que haga las cosas con todo el amor y con toda la pasión. Y si alguien le pregunta por su mano, lo motivamos a que la muestre con libertad. Él sabe que todos somos diferentes: alguien puede tener una mano pequeña, o nacer sin una oreja, o ser muy alto o muy bajo. Como padres, le inculcamos que se ame, que se acepte tal y como es. Dios así lo creo y de esa manera se debe aceptar».