Conozca las principales causas de su deterioro y algunas herramientas para mitigar los daños.
La salud mental es uno de los factores que más influye en nuestro desempeño laboral. Con las recientes crisis en el mundo, la incertidumbre por el futuro y el exceso de cargas en el trabajo, es común que el agotamiento y la desesperación se presenten y afecten nuestra productividad, así como nuestro bienestar físico y mental.
Un estudio de Mercer-Marsh reveló que Colombia es el país con más estrés laboral de América Latina, pues el 56 % de la población empleada se ve afectada por esta problemática, en comparación con el 54 % en el resto del continente, y el 50 % en el mundo. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud indicó que la depresión y la ansiedad generan pérdidas de aproximadamente un billón de dólares en el mundo, por disminución de la productividad.
Entre las causas más comunes se encuentran:
Sobrecargas laborales: el exceso de trabajo, la falta de descanso o condiciones de riesgo en el lugar de trabajo obstaculizan el desempeño general.
Relaciones interpersonales: los vínculos en el espacio laboral, sea con superiores, colaboradores o subalternos, tienen un peso importante en nuestra estabilidad mental antes, durante y después del trabajo.
Estabilidad laboral: la incertidumbre, la inconformidad salarial, la falta de aptitudes para desempeñar nuestra labor, entre otras, también afectan..
Estos perjuicios llevaron a un aumento en el interés de las empresas por acudir a servicios de salud mental, en busca de prevenir y mitigar el problema. Según Mercer-Marsh, más de la mitad de los empleados que disponen de servicios de salud mental por medio de su trabajo, se inclinaron por permanecer vinculados a sus empresas, frente a una tercera parte de los que no tienen estos beneficios.
Según los trabajos expuestos por la Brújula de la UE para la Actuación en materia de Salud Mental y Bienestar (EU-Compass), “Las iniciativas en pro del bienestar psicológico por parte de las organizaciones deben estar basadas en una estrategia que abarque de manera completa la prevención, detección temprana, el apoyo y la readaptación de los afectados”.
Adicionalmente, la OMS recomienda tomar tiempos de descanso de manera periódica, optimizar el espacio de trabajo en pro de la comodidad y productividad, hacer buen uso del tiempo libre, fomentar la comunicación con los jefes o asesores, entre otros.