Algunas enfermedades físicas y cognitivas pueden causar una disminución en el deseo de comer. Lo que más tarde puede resultar en pérdida de peso y posterior desnutrición.
Si la enfermedad que lo provoca puede tratarse, el apetito debe retornar cuando la afección se cura. A menudo, las patologías asociadas son cáncer, insuficiencia renal crónica, demencia, insuficiencia cardiaca, hepatitis y tiroides. Así como estados de tristeza, depresión o una aflicción.
La recomendación, según el portal MedlinePlus, está en estimular la ingestión a través del consumo de recetas preferidas por el paciente. Es importante, además, llevar un registro de los alimentos que la persona come y bebe durante las 24 horas, para entregar al médico un historial de su dieta, en caso del que problema perdure y ocasione la pérdida de peso sin proponérselo.
Se sugiere, además, que el individuo se haga las siguientes preguntas antes de visitar al especialista:
– ¿Es la disminución del apetito grave o leve?
– ¿Ha bajado algo de peso? ¿Cuánto?
– ¿Es la inapetencia un síntoma nuevo?
– De ser así, ¿esto empezó después de un hecho inquietante, como la muerte de un miembro de la familia o un amigo?
– ¿Qué otros síntomas presenta?
En el caso específico de desnutrición grave, se suministrarán nutrientes a través de una vena (intravenosos). Procedimiento que puede requerir de hospitalización.
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