El origen de los cambios en las organizaciones reside en los hábitos que se adquieren a diario, de la mano del autocuidado.
Asesora: Sandra Yanira Ocampo – Gerente Nacional de Gestión Humana Sector Salud
Coomeva Medicina Prepagada
Actualmente, las empresas navegan el panorama de la denominada Revolución Industrial 4.0, y persiguen una transformación digital que, en ocasiones, se reduce únicamente al plano de la tecnología. De esta manera, se deja por fuera la cultura organizacional que también debe reformarse, por lo que se generan situaciones confusas e impactos negativos, como la ansiedad en los colaboradores, pues ellos mismos no tienen la capacidad de asumir los cambios esperados. Como resultado, se aumenta el absentismo laboral, la desmotivación y la deserción de talentos, al no considerarse que la cultura es el centro del ejercicio de la organización y la que apalanca la anhelada transformación digital.
Algunas estadísticas indican que el 50 % de la responsabilidad de los cambios en la empresa corresponden a la tecnología, pero la mitad restante se distribuye entre la cultura y la modificación de procesos. Es pertinente entonces que los líderes se dispongan a impulsar los buenos hábitos, para lo que es indispensable orientar a los colaboradores para romper patrones nocivos, para que haya un entendimiento de por qué las transformaciones tienen un buen impacto en sus vidas, y eso alineado a un estrés que sea beneficioso y lleve a la acción.
El llamado eustrés (estrés positivo) tiene que ver con la capacidad de adaptarse a las circunstancias y con el impulso para lograr los objetivos. Este tipo de respuesta no impacta la salud y por lo tanto no genera sentimientos de agobio, frustración o dolencias físicas (como gastritis y migraña) en los individuos. Convertir la forma de reaccionar frente a las situaciones que a una persona le generan estrés contribuye a modificar conductas, promueve el autocuidado y finalmente, impacta el trabajo en equipo y las evoluciones de la organización.