La recuperación de una fractura debe ser integral

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Las rupturas de huesos pueden generarse por diversos motivos. Su tratamiento y evolución dependen de su causa y demás órganos afectados.

Asesor: Darío Salazar Ortopedista

Un golpe, una fuerza hecha de forma indebida o un movimiento que supera la elasticidad del hueso, son algunas de las causas de las fracturas. Ocurren generalmente debido a caídas, accidentes o lesiones deportivas. También se pueden presentar si se ha desarrollado pérdida de masa ósea y debilitamiento de los huesos gracias a la osteoporosis. Si se producen como consecuencia de traumatismos de baja energía que ocurren por una área de debilidad del hueso con una anormalidad preexistente son llamadas fracturas patológicas.

La pérdida de la continuidad de un elemento del sistema óseo del cuerpo humano, debe ser tratado con prontitud y por un especialista que garantice un tratamiento que permita que el hueso pueda recuperarse y soldarse. “Cuando una fractura no se trata debidamente, puede generar otros problemas en órganos aledaños y deformar esa parte del cuerpo donde se aloja el hueso que se rompió, que a su vez pierde flexibilidad y fuerza”, asegura el médico Darío Salazar.

Los huesos sirven para sostener los movimientos de una persona y constituyen una armadura protectora de los órganos que conforman el organismo. Junto a las articulaciones y los músculos, conforman una unidad funcional que sustenta al cuerpo humano.

Existen varios tipos de fracturas, que se clasifican según su gravedad, ubicación en el hueso y mecanismo por el que se generan. Si el hueso fracturado rompe la piel, se denomina fractura expuesta o compuesta. En caso de que no irrumpa entre la dermis y se asome por fuera, es conocida como fracturada cerrada.

La fisura que se crea en el hueso por la aplicación prolongada o repetitiva de una fuerza determinada, es conocida como fractura por estrés o sobrecarga.

Un golpe directo cuya energía se trasmite por la piel de una extremidad del cuerpo, puede generar una ruptura por traumatismo directo. Las de traumatismo directo hacen referencia a fracturas generadas porque las fuerzas aplicadas tuercen el hueso.

Si el cambio en la estructura del hueso se produce por una enfermedad determinada, se habla de fractura en hueso patológico. También existen fracturas por fatiga o espontáneas, aquellas que se generan por la fuerza aplicada de forma prolongada e intermitente.

El manejo adecuado de una fractura debe comenzar por la inmovilización. Luego se reduce la parte del cuerpo afectada para que finalmente ésta sea rehabilitada.

Las características del tratamiento varían de acuerdo a los métodos ortopédicos disponibles y las habilidades quirúrgicas vigentes. Una fractura merece atención médica de inmediato. Para inmovilizar, es necesario usar un yeso o una férula. La recuperación que requiere una cirugía, suele ser más rápida pero más costosa y con requerimientos más elevados.

Las fracturas más populares son aquellas que involucran huesos como la clavícula, el húmero, el antebrazo, el codo, el tobillo y la tibia.

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La recuperación de un hueso después de una ruptura, requiere una rutina adecuada de fisioterapia que no se base solo en la mejoría de esa parte del esqueleto, sino que también trate las lesiones de los órganos que le rodean. Estos ejercicios de fortalecimiento permiten que la rehabilitación sea óptima y se desarrolle en el menor tiempo posible. De esta forma se garantiza la reparación de la estabilidad articular, el músculo y el sistema de ligamentos.

Durante este proceso, es necesario evitar la generación de nuevas fracturas que pueden presentarse si hay problemas de osteoporosis, fisuras o pérdida de la firmeza de la parte del cuerpo afectada. Una ruptura puede generar diversos síntomas, como dolor intenso, hinchazón, hematomas, entumecimiento, hormigueo, movimiento limitado y sangrado si es expuesta.

La manipulación inicial de la fractura garantiza en gran medida el éxito de la recuperación. Un mal movimiento puede lesionar los vasos sanguíneos y los nervios, con la posibilidad de transformar la fractura cerrada en una abierta.

Tratamiento en niños es menos traumático

El hueso que está en crecimiento tiene mayor elasticidad que uno maduro, como el de los adultos. En algunas oportunidades se condiciona la ruptura completa de este elemento del sistema óseo. Por esta razón, los síntomas de muchas fracturas en niños son de menor intensidad que los que se desarrollan en personas mayores.
El tratamiento de rupturas en los pequeños es más productivo y la mayoría de las veces promete mejores resultados que en los adultos pues cuentan con una gran capacidad de regeneración del esqueleto.
“El cuerpo de los niños se recuperan de forma más rápida debido a que crecen constantemente. En cambio, los adultos no cuentan con la misma fortuna y tienen que cuidarse mejor una fractura, pues generalmente la ruptura involucra diversas complicaciones que pueden agravarse si la persona tiene una avanzada edad”, afirma Salazar •

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