Al estar constantemente conectados, las redes sociales pueden tomar un papel importante en la forma como se ve el mundo y el propio ser.
Asesor: Santiago Herrera
Psicólogo, magíster en Historia
370 millones de cuentas de Facebook son falsas, según la red social: una de cada 6 cuentas no pertenecen a un usuario.
Escoger la foto más bonita, encontrar el filtro apropiado, el mejor escenario de fondo y hasta retratar el plato de comida antes de empezar. ¿Ha pensado más de una vez antes de publicar una imagen e incluso se ha arrepentido? Las redes sociales son parte de la cotidianidad y son usadas con diferentes propósitos. Una de las modalidades comunes hoy es el hecho de seguir e interactuar con personajes famosos o reconocidos por su misma actividad en las redes sociales, como los llamados influencers, que comparten por medio de estas plataformas lo que sucede en sus vidas.
Aunque el hecho de compararse pueda ser algo natural, que no necesariamente ocurre en un escenario virtual, con las redes sociales esto es mucho más rápido e inmediato. Lo que antes sucedía, por ejemplo, en una reunión de egresados, ahora pasa todo el tiempo. Como lo explica el psicólogo Santiago Herrera: “La comparación existe siempre porque el otro a mí me nombra. Cuando el otro me nombra yo estoy construyendo mi identidad, estoy dándome cuenta de lo que soy. Muchas veces nos comparamos con gente de la misma edad para corroborar que lo que yo estoy haciendo es lo que se espera de las personas de esa edad en el lugar donde yo me desenvuelvo”.
Identificar, evaluar, comparar
Aunque la comparación sea un asunto común, hay que ponerle atención cuando es un hábito compulsivo que afecta las relaciones con los demás y consigo mismo. “Es nociva cuando dejamos de hacer muchas cosas por las que sentimos gusto o placer, porque creemos que en relación con los otros no están bien vistas. Lo mismo ocurre cuando nos alejamos o distanciamos de las personas porque nos sentimos mal en comparación con ellas”, agrega el psicólogo.
Como consecuencia, puede quedar una visión negativa de sí mismo y de insatisfacción, que afecta así la seguridad personal y la autoestima. Como lo aclara el psicólogo Santiago Herrera, en este caso puntual las redes son la “dimensión pública de nuestra privacidad”, por eso hay tanta selección a la hora de publicar, pues se quiere mostrar al mundo la mejor cara. Herrera además reconoce que este medio ha logrado que se promuevan imposiciones sociales remarcando ciertos prototipos de cómo deberían ser o verse las personas.
Parte de la realidad
Una de las reflexiones es entender que las redes sociales son de uso habitual para crear vínculos, como herramientas de comunicación, mercadeo o para expresar empatía por otros con los que se comparten gustos. Lo que se debe comprender primero es que una red social hace parte de la realidad pero no es la realidad. “La gente no tiene un problema con quien es lindo o con una imagen, sino con su visión estética ante la sociedad y con su autoimagen. Entonces la reflexión no está hacia las personas que sigo o no sigo, sino al tema que nos está tocando en sí”, indica el especialista.
Todo este panorama establece una responsabilidad de autocuidado como usuarios de redes sociales. Considerar que estas herramientas están diseñadas para el consumo inmediato, que son una parte de la realidad pero no muestran todo el trasfondo social de ella, dado que los imaginarios sociales han sido creados por los mismos usuarios de las redes.“Los adultos tenemos la necesidad y obligación de cuestionar el mundo en el que estamos y si nos dedicamos a cumplir los requisitos sociales. A veces el costo de hacer lo que queramos es no cumplir con las imposiciones sociales”, comenta el psicólogo.
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