Además de ser ese acompañamiento incondicional y una gran fuente de afecto, también influyen de manera positiva en el desarrollo de los jóvenes.
Asesora: Catalina Robles
Psicóloga, adscrita a Coomeva Medicina Prepagada
Disminuir el estrés, mejorar la salud cardiovascular e incluso ayudar a los niños con sus habilidades sociales y emocionales, son algunos de los beneficios de tener una mascota. Así lo determina un artículo de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., en el que se describe el análisis de los científicos sobre el aporte a la salud humana de mascotas, desde peces, hámsters y conejos hasta perros y gatos.
Los canes, por ejemplo, son considerados por muchos como portadores de ánimo y consuelo. Existen casos en los que son mascotas de soporte emocional, que si bien no siempre tienen adiestramiento, sí están en la capacidad de seguir instrucciones y comportarse en espacios sociales, pues se consideran importantes para la salud mental de sus dueños. Hay otros que son de terapia y visitan pacientes en hospitales o residencias.
La psicóloga Catalina Robles, especialista en Neuropsicología en niños y adolescentes, explica que no es necesario que los animales tengan un entrenamiento especial, a menos que vayan a acompañar a jóvenes con alguna dificultad motriz o visual, Síndrome de Down o autismo. Lo mismo aplica para personas con Alzheimer o problemas de memoria. En esos casos se sugiere que haya un adiestramiento para las mascotas, para que sean de más ayuda.
Pero en general, cualquier animal doméstico, que esté permitido y en las condiciones adecuadas, brinda compañía y afecto. “Hay estudios que señalan que los gatos dan tranquilidad. También los peces, por ejemplo, aminoran la angustia y contribuyen a la serenidad de los niños con autismo. Y en adolescentes con déficit de atención (con o sin hiperactividad), los animales de compañía fortalecen sus habilidades sociales. Es fundamental que en cualquier caso las mascotas tengan los cuidados que necesitan”, dice la especialista.
Un asunto de compromiso
Acoger una mascota en el hogar implica acondicionar espacios y elementos: recipientes, cama, collar, etc. Pero además, preparar al niño o adolescente, pues ellos van a adquirir funciones en su cuidado, lo que a su vez incrementa su sentido de la responsabilidad.
“Es necesario explicarles que va a haber un animalito que le va a hacer compañía, que hará parte de la familia, que no es un peluche que está ahí, sino que tiene necesidades. Decirles que deben tener paciencia, que no se puede maltratar ni gritar. Entonces eso les ayuda a autogestionar sus emociones y también aprenden de responsabilidad, lealtad y compañía”.
Para los jóvenes que presentan algunas dificultades para socializar, tener una mascota también es una alternativa para mejorar en este sentido. Al sacar a pasear su perro, por ejemplo, pueden hacer ejercicio y hablar con otras personas que le preguntan por su mascota y en general, interactuar con otros niños que compartan estos intereses.
Para compartir y entretenerse
Además de que los niños asuman un rol activo en el cuidado, con actividades como bañar a la mascota, estar pendiente de la vacunación, cambiarles el agua, servirles la comida y pasearlos, ideal que también se les dedique un espacio de juego, “una o dos horas al día. La tecnología muchas veces desplaza esa parte sociable en la casa, es bueno que la rutina de los jóvenes (sobre todo con los más apegados) incluya un rato de sacar al animal de compañía o jugar con él”, advierte la psicóloga.
Sin embargo, es primordial conservar el equilibrio y enseñarles que se trata de una mascota que necesita cariño y atención, más no es una persona “es distinto a un amigo. Es una compañía y un complemento para incluso adquirir conocimientos y habilidades, que puede ayudar a la interacción con los demás, sin reemplazarla”
Si bien las mascotas traen alegría y cariño a la vida de los jóvenes y la familia, en general, también implican nuevas responsabilidades. Fundamental establecer reglas claras para su cuidado.
¿Cómo gestionar la pérdida?
Para muchas familias los animales de compañía son un miembro más, así esté acompañando a los niños por ejemplo, y son seres queridos; por eso su pérdida también implica un duelo y un proceso doloroso. La psicóloga Catalina Robles entrega algunas recomendaciones, especialmente para los más jóvenes:
- Escribirle una carta de despedida y agradecimiento a la mascota que se fue.
- Conservar en la casa una foto linda del animal de compañía.
- Enterrar las cenizas en una maceta, o en el campo, con una planta.
- Si se trata de un evento difícil de procesar, acudir al psicólogo.
- Esperar un tiempo prudente para buscar una nueva mascota, aunque es muy relativo y dependerá de cada familia.