La artritis reumatoide (AR) puede controlarse si hay un diagnóstico precoz, tratamiento adecuado y un seguimiento especializado. La enfermedad se caracteriza por la inflamación de las articulaciones, que puede conducir a daños irreparables y ocasionar problemas en órganos como los ojos, el pulmón, el corazón o los riñones.
«No hay una forma de prevenirla, porque no sabemos realmente cuál es el factor precipitante de su aparición, lo que sí pasa, por ejemplo, con los problemas cardiovasculares, cuyos factores de riesgo son el sobrepeso, el colesterol y la tensión elevada. Se ha dicho, sin embargo, que es más frecuente en pacientes fumadores y con infecciones en la boca», indicó Ricardo Blanco, especialista en Reumatología.
La inflamación y dolor en las articulaciones de los dedos y de los pies, principalmente, por más de siete días, son los principales síntomas de la enfermedad, que en ocasiones se confunde con otras patologías reumáticas por producir molestias similares. Ante la sospecha, entonces, la evaluación médica por medio de ultrasonido, resonancia magnética, radiografías de las manos, de los pies y de las articulaciones podrán ayudar a ver las señales tempranas de la enfermedad y su correspondiente tratamiento.
«Es una enfermedad progresiva, crónica y autoinmune, la cual se desarrolla como resultado de un ataque del sistema inmunitario a sus propios tejidos», agregó el médico especialista.
En las personas que hayan sido diagnosticadas es recomendable que eviten grandes dosis de actividad física y de estrés, en especial que les obliguen a estar mucho tiempo de pie o haciendo movimientos repetitivos. En momentos de reposo, lo indicado es que adopten posturas adecuadas, duerman en cama de colchón duro y almohada baja (Ver Lo último en investigación sobre artritis).
La aparición de la AR se presenta con mayor frecuencia entre los 45 y los 55 años, sin embargo, puede aparecer a cualquier edad.
Mitos de la enfermedad
– La AR y la artrosis son la misma enfermedad:
La confusión entre estos dos tipos de enfermedades reumáticas es frecuente, pero son distintas. De hecho, algunas personas con artritis reumatoide también pueden sufrir de artrosis.
– La AR deforma el cuerpo:
La inflamación persistente puede acabar dañando huesos, ligamentos y tendones, causando una deformidad en las articulaciones. Sin embargo, no siempre se presenta deformidad en todos los casos. Es fundamental seguir un tratamiento efectivo y realizar ejercicios de estiramiento.
– Un paciente con AR necesita descansar la mayor parte del día:
Por el contrario, las articulaciones afectadas por la AR necesitan estiramientos y ejercicio. Es importante, tanto la medicación como las técnicas de rehabilitación, de lo contrario, se verá afectada la flexibilidad, la fuerza muscular, la resistencia cardiovascular y aumentará el riesgo de sufrir atrofia muscular.
La persona que vive con esta enfermedad experimenta episodios de dolor, rigidez, hinchazón, deformidad y pérdida de movilidad articular en manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas.