Cultivar la mente y el espíritu en comunidad

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Una vez se termina la vida laboral es posible continuar en la senda del aprendizaje para mantener activos el cerebro y la curiosidad.

Asesora: Beatriz Peláez Mejía – Comunicadora social

Es común ver que las personas de más de 50 años se inscriban en grupos para compartir actividades lúdicas. Sin embargo, ahora, además del yoga o el arte, se observa la tendencia de participar en programas académicos que ofrecen las universidades para complementar el camino de conocimiento que iniciaron con sus profesiones. Esto se debe a que hay una nueva generación de adultos que se caracteriza porque son más intelectuales, tienen un recorrido académico cualificado (con carreras y posgrados) y una trayectoria laboral enriquecida. Ellos quieren continuar desafiando su mente, así como relacionarse con otras personas.

En los cursos culturales, que ofrecen las universidades, se vive la experiencia significativa de adquirir nuevos conocimientos en diferentes áreas del saber. Los de artes y oficios son espacios para crear, expresarse, generar habilidades y desarrollar destrezas. En los espirituales se reflexiona sobre qué es saber vivir para lograr el equilibrio consigo mismo, con los otros y con el mundo. “Se brindan elementos para que la persona aprenda a vivir mejor y haya una realización humana en la que el integrante construya su morada interior, cultive la mente y el espíritu para que le dé un nuevo sabor a la vida, la resignifique en un momento en el que tal vez se han cumplido otras metas importantes y se dispone de tiempo libre”, explica la comunicadora Beatriz Peláez Mejía, líder del programa Casa de la Felicidad, de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Los cursos y diplomados universitarios para adultos mayores no se limitan solo a las clases, es común que también se hagan salidas y viajes para que ellos tengan la oportunidad de trascender y desplegar los saberes fuera del aula. Con esto los estudiantes de la tercera edad pueden experimentar una forma de ver la vida a través de la lúdica que tiene el aprender.

Estos programas también se caracterizan porque no se hacen evaluaciones ni trabajos académicos para medir competencias, pues en esta etapa de la vida ya se han logrado gran parte de los objetivos, por tanto, en estos cursos no prima la obligación, la exigencia, sino el disfrute. Una motivación más para mantenerse activo.

Otras opciones

Además de ampliar conocimientos en las aulas universitarias o ingresar a un grupo de gimnasia, o cualquier otra actividad física, existen alternativas para entretenerse. Algunas de ellas:

  1. Realizar con disciplina un pasatiempo como crucigramas, sudokus. Aprender una manualidad o ver una película en su idioma original.
  2. Dedicarle más tiempo a la familia renovando las relaciones con su pareja e hijos.
  3. Ingresar a un grupo de teatro, de danza, o a un coro.
  4. Hacer voluntariado en hospitales, iglesias e instituciones, o proyectos sociales sin ánimo de lucro.
  5. Dar clases gratuitas relacionadas con sus conocimientos y experiencias.
  6. Ser miembro de la Junta de Acción Comunal del barrio o del conjunto residencial.

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