Las personas que dedican su vida a atender a familiares necesitados son propensas a sufrir de algunas enfermedades mentales y físicas. Reconozca la importancia de su cuidado.
Cada vez es más común encontrar personas que abandonan cierto estilo de vida cuando se presenta una situación en la que algún familiar o allegado requiere cuidados especiales las 24 horas del día.
Padres que cuidan a sus hijos, hijos que cuidan a sus padres o entre la misma pareja; todos son casos en los que los beneficios para el fortalecimiento de las relaciones afectivas son bastante significativos. Sin embargo, como en cualquier trabajo, los cuidadores deben prestar particular atención a su salud para no padecer enfermedades comunes relacionadas con el exceso de trabajo.
Entre manejar las finanzas de la persona, su alimentación, higiene, medicamentos, etc. las tareas de un cuidador pueden llegar a ser tantas que la irritabilidad, la ansiedad asociada al estrés y la depresión aparecen como afecciones frecuentes. Además de esto, el esfuerzo físico de cuidar a otro también trae consecuencias en el cuerpo, como cefaleas o dolores osteomusculares.
Para contrarrestar estos efectos, un estudio de la Universidad de Cantabria sugiere que lo más importante es que el cuidador se eduque en lo que debe hacer. Asimismo, es importante que este programe sesiones de descanso y tiempo para él mismo y, por último, que construya un grupo de apoyo que le ayude a disminuir la carga física y emocional que conlleva la atención continua de un familiar.
Según la Asociación Americana de Psicología, más de 50 millones de estadounidenses invierten su tiempo en esta actividad.