Después de los primeros 6 meses de vida, la leche materna o industrializada ya no alcanza a cubrir las necesidades nutricionales de los bebés, especialmente en cuanto al aporte de energía. Por esto, lo recomendado a partir de ese momento es iniciar la alimentación complementaria.
Hablamos de una alimentación complementaria y no sustitutiva pues no se trata de dejar la leche a cambio de estos nuevos alimentos sino de ir introduciéndolos poco a poco, alternándolos con la leche que sigue siendo el alimento base del menor hasta los 2 años de edad.
¿Cómo saber si mi bebé está listo para iniciar con los alimentos sólidos?
Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que durante los primeros 6 meses la leche debe ser la alimentación exclusiva del bebé, otras asociaciones como la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (Espghan) señalan que los lactantes estarían aptos para recibir alimentos diferentes a la leche entre los 4 y 6 meses de edad.
Existen algunos signos importantes que nos indican, después de los 4 meses, si nuestro bebé está preparado o no para consumir alimentos sólidos:
- Controla adecuadamente su cabeza y cuello
- Comienza a llevarse las manos o los juguetes a la boca
- Puede sentarse sin ayuda
- Se muestra interesado en la comida al inclinarse hacia adelante y al abrir la boca cuando es hora de comer
¿Cómo empezar?
Las cremas, compotas, papillas y el puré son ideales para comenzar la incorporación de alimentos sólidos, en cuanto son de fácil deglución y a la vez lo suficientemente espesos para que el bebé los pueda consumir.
Podemos tomar alimentos ricos en calorías, proteínas, hierro, zinc, calcio, vitaminas A, C y D, como carnes rojas, papas y verduras y macerarlos, machacarlos o trocearlos con un tenedor.
Igualmente el cereal es una buena opción que podemos mezclar con leche o agua.