Reconocer una crisis es vital para encontrar el tratamiento adecuado y tener una óptima calidad de vida.
Asesor Cristian Vargas Upegui, psiquiatra
El miedo a perder el control, a enloquecerse, a morir o a sufrir un infarto son los síntomas más comunes de un ataque de pánico. “Una situación difícil de olvidar, que nadie querrá repetir”, explica Cristian Vargas Upegui, psiquiatra de la Universidad de Antioquia.
Esta crisis que, generalmente ocurre de manera inesperada, puede originar confusión en las personas que la padecen al no diagnosticarse a tiempo. Muchos pacientes, incluso, llegan al psiquiatra después de haber consultado por años a diferentes médicos, cardiólogos e internistas. “Como tiene signos similares a los de un infarto, se descartan primero otras patologías. Es cuando hay dos o más de estas situaciones que se debe pensar en el ataque de pánico como una enfermedad que debe manejarse por profesionales”, agrega.
Las palpitaciones, la sudoración, los temblores, la falta de aire, la sensación de atragantamiento, el malestar torácico, las náuseas y los mareos son algunas de las señales físicas más alarmantes de estos episodios. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los ataques de pánico como uno de los trastornos de ansiedad más frecuentes y que afectan al 30 % de la población.
Actitud frente al caso
Pese a este difícil panorama, este trastorno tiene tratamiento y puede mantenerse al margen, siempre y cuando el individuo adopte ciertos hábitos en su día a día. Esto incluye reducir la ingesta de estimulantes, como el café, los energizantes, las drogas y las bebidas alcohólicas; procurar por una buena higiene del sueño y practicar ejercicio aeróbico de manera regular. Sumado a una psicoterapia, que le ayuda al individuo a entender sus comportamientos y cómo cambiarlos, así como a transformar los pensamientos negativos o catastróficos que aparecen antes y durante las crisis.
No se debe descartar, sin embargo, que puede existir un importante factor hereditario en su origen y que el sobrellevar una depresión puede acelerar su aparición.
Normalmente en un ataque de pánico sucede un estado de exacerbación de los síntomas, no mayor a 30 minutos, quedando un temor profundo en quien lo sufrió de que le vuelva a ocurrir en cualquier momento. En consideración, lo recomendable es familiarizarse con el tema, buscar la ayuda especializada y hacerle seguimiento al caso para evitar que a largo plazo haya una afectación en la calidad de vida. Tener control sobre la respiración, así como la comprensión de lo que sucede, es la mejor manera de afrontarlo
Cuando un ataque de pánico ocurre en más de una ocasión ya se denomina trastorno de ansiedad. Es fundamental visitar al médico para confirmar el diagnóstico.
Cuando son recurrentes
Las crisis repetitivas pueden cambiar el comportamiento y desempeño en el hogar, el trabajo o la escuela. Las personas a menudo sienten preocupación acerca de los efectos de sus ataques de pánico.
Los episodios no se pueden predecir. Al menos en las primeras etapas no hay ningún desencadenante. El recuerdo de un suceso pasado puede provocar el ataque.
En la psicoterapia (terapia cognitiva conductual) los pacientes aprenden a reconocer y remplazar los pensamientos que causan pánico, a manejar el estrés y a relajarse cuando se presenten los síntomas, entre otros beneficios.
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