Un tratamiento antiparasitario puede frenar o prevenir la progresión de la Enfermedad de Chagas.
El insecto transmisor, conocido en Colombia como pito o besucón, pica a los humanos debido a que se alimenta de sangre, luego defeca en el lugar de la picadura y deja un gran número de parásitos que se introducen al cuerpo cuando la persona se rasca.
En menos frecuencia, también puede adquirirse mediante transfusión de sangre, de manera congénita (de la madre infectada a su hijo) o a través de órganos donados.
La afección, que lleva el nombre de Carlos Ribeiro Justiniano Chagas, médico e investigador brasileño que la descubrió en 1909, se encuentra principalmente en 21 países de la región de América, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las áreas geográficas más comprometidas de Colombia son zonas rurales de Arauca, Boyacá, Cundinamarca, Santander, Norte de Santander, Casanare y Meta, además de existir al menos un millón de personas infectadas y tres millones en riesgo.
En la mayoría de los casos, los síntomas de la primera etapa de la Enfermedad de Chagas son fiebre, malestar, falta de apetito, zona de hinchazón por donde entró el parásito, hígado y bazo agrandados y mal trabajo del corazón. En la fase crónica, cuyos síntomas pueden manifestarse entre 15 y 20 años después de haber sufrido los primeros, aparecen la fatiga ante pequeños trabajos, mal funcionamiento y agrandamiento del corazón, así como de los intestinos.
Un examen de sangre puede confirmar los síntomas. Lo recomendable, entonces, es que la persona acuda al médico si sospecha que es portadora de la enfermedad, pues muchos pacientes no sabe cuándo se infectaron y durante toda su vida puede convivir con el parásito sintiéndose bien.
Consulte: Guía para la atención de la enfermedad de Chagas en Colombia