Una fuente de grasa buena para su cuerpo y versátil en la cocina, que puede utilizarla como base para adicionarla a ensaladas, al pan o para freír. Estos son algunos de sus beneficios.
Mucho se ha hablado, y numerosos estudios han confirmado los beneficios de la dieta mediterránea; una forma de alimentarse que reduce el riesgo de padecer enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares. Y un ingrediente clave es el aceite de oliva.
Esto se debe a que es una fuente de grasa con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Según la Fundación Española del Corazón, eleva los niveles de colesterol bueno, disminuye el colesterol malo, beneficia el control de la hipertensión arterial, reduce la aparición de trombos y previene la diabetes.
Estudios reseñados por la Publicación de Salud de Harvard, de la Escuela de Medicina de esa universidad, han demostrado “un vínculo entre menores riesgos de enfermedad cardiovascular, algunos cánceres e incluso demencia en personas que consumen mayores cantidades de aceite de oliva que aquellas que lo consumen poco o nada».
Fíjese que sea extra virgen
Aunque puedan ser muy parecidos en color y en sabor, el aceite de oliva extra virgen puede ofrecer más beneficios respecto al aceite de oliva virgen. Esto gracias a que es extraído de forma mecánica en una prensa y no se le adicionan químicos ni se trata en altas temperaturas, lo cual protege un compuesto químico natural esencial en el aceite llamado fenol.
De acuerdo con el informe de Harvard, una mayor concentración de fenoles puede proveer al aceite de efectos antioxidantes extra. Sin embargo, es importante tener en cuenta que este es solo uno de los ingredientes de la dieta Mediterránea, la cual también incluye cantidades importantes de frutas, vegetales, frutos secos, granos enteros y porciones limitadas de carnes rojas.
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