Frecuentemente, el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es diagnosticado de forma errónea en niños y adolescentes. ¿Cómo identificarlo correctamente?
En edades tempranas, es frecuente encontrar conductas caracterizadas por el exceso de energía y actividad física, así como deficiencias en la concentración prolongada. Si bien estas son actitudes comunes en la etapa de crecimiento, no son pocos los casos en los que estas conductas se mantienen hasta la adultez, causando serios problemas para el aprendizaje o para relacionarse.
Obtener un diagnóstico lo antes posible es fundamental para evitar afecciones a largo plazo en la salud mental. Según la DSM-5, la edad indicada para comenzar a observar los síntomas y diagnosticar el trastorno es a partir de los siete años. Es preciso acudir a exámenes médicos con un profesional para obtener un diagnóstico fiable.
De los adolescentes,
entre 14 y 15 años padece de algún tipo de TDAH; la cifra aumenta al 3,1 % entre los 10 y 14 años, según la OMS.
Parte clave del diagnóstico es diferenciar entre los tres tipos posibles de TDAH definidos, según cómo aparecen los síntomas en el comportamiento del paciente.
- Predominio de falta de atención: seguir instrucciones y conversaciones, recordar detalles de la rutina diaria o realizar actividades por un tiempo prolongado se vuelven tareas difíciles.
- Predominio de hiperactividad: la persona actúa de forma impulsiva, se le dificulta mantenerse sin hablar o interrumpir a otros por mucho tiempo. En niños, se suele ver que corren, saltan o trepan sin descanso, así como las lesiones y accidentes.
- Síntomas combinados: las características de los dos tipos anteriores afectan en la misma proporción la conducta de la persona.
La OMS recomienda evitar la institucionalización y la medicalización excesiva para enfrentar los trastornos de salud mental en adolescentes, priorizando soluciones no farmacológicas.
Es importante conocer otros trastornos como la ansiedad, depresión y alteraciones en el proceso de aprendizaje, que presentan síntomas similares al TDAH. Se recomienda acudir a un pediatra experto en crecimiento, un psicólogo o un neurólogo pediátrico y realizar una evaluación neuropsicológica.